Pasé mi vida entre andenes.

Pasé mi vida entre andenes.

11 sept 2012

Fuiste, eres y serás, Manuel.

Manuel
Ocupabas algo eterno dentro de esas cuatro paredes que te brindaron la oportunidad de conseguir abrir nuestras mentes atrapadas por el miedo de conocer el mundo, otras culturas, otros idiomas y de sentirte solo en un país desconocido. Gracias a ti hemos aprendido a sumar opciones personales y de futuro, a ser valientes y a enfrentarnos a todas las dificultades que se nos cruzaran por el camino. Somos lo que soñamos ser y ese sueño no es tanto una meta, como una energía, la que nos regalabas día a día por los pasillos con esa sonrisa tan característica tuya, Manuel. Ahora caemos y dentro de un tiempo conseguiremos levantarnos, es lo que hubieras querido, y así haremos, cada día la vida empieza de nuevo y seguimos aquí contigo. Pero todo se sostiene en la memoria, cada una de las horas de más que compartías por amor a tu profesión y las ganas con las que nos transmitías tu dedicación a todos nosotros sin excepción y sin pedir nunca nada a cambio, y tu optimismo de que todo saldría tal y como lo habías planeado. La melancolía es como la espuma en las olas, donde se alzan los sueños, los sueños están cargados de empeño, de trabajo, de lucha, de valentía, de superación, de seguir tejiendo ilusiones y viajes cargados de experiencias que solo tú, Manuel, hiciste únicas e inolvidables. Qué bien se te daba eso de dejar huella en cada trocito del mundo que descubrías para experimentar un nuevo intercambio con historias que marcaban nuestras vidas, cada año diferentes. Nos enseñaste que todo era posible, y nunca supiste decepcionar, jamás dejaste de sonreír a los problemas y seguir abrazando a las personas que te importaban. Te debemos miles de sueños que nos quedan por emprender, porque fuiste tú el que nos abrió las puertas de nuestro trayecto. Manuel, nos enseñaste a no abandonar nunca el campo de batalla sin antes haber luchado. Nunca quisiste que todo esto fuera una excusa para dejarnos, y debes saber que estés donde estés Manuel, siempre fuiste, eres y serás nuestro profesor, compañero y amigo. 
http://www.youtube.com/watch?v=H14AkEQkAqw

3 sept 2012

Mis 17..

Mis 17 se hicieron de rogar, estaban apuñalados por las despedidas que estaban aún por llegar, por las que ya dolieron, por las que ya he olvidado. He regalado sonrisas, abrazos, besos, cartas hechas a manos, miradas, silencios.. Pero también he decepcionado, he matado ilusiones con mis momentos de pesimismo, he pisoteado a compañeros de trayecto y he hecho aguantar a las personas de mi alrededor todo lo que he pasado.... Estar feliz no significa siempre serlo, pero hoy al menos lo soy, y, quizá, la razón que me ha empujado a escribir esto sea todos vosotros que ahora estáis leyendo esto, esas personas que día a día están ahí, y que sea lo que tenga que pasar no me diréis adiós. Esta cifra me ha estado acompañando siempre, 17, y no creo en todas esas mierdas de supersticiones, pero al menos me queda esa ilusión de pedirme ese número para el dorsal de la camiseta de mi equipo de baloncesto de toda la vida, al que añoro de vez en cuando... Mi infancia fue feliz, al ir creciendo se fueron torciendo cosas en mi vida, me di cuenta de que era demasiado débil, y que he ido prestando mis pulmones a los demás, y ahora pago los recibos de no poder respirar. En estos 17 años he aprendido que la vida tiene etapas, y que cambia a medida que pasa el tiempo, quieras o no... He aprendido de los errores, he cambiado cuando he tenido que cambiar, he fingido sonrisas y he llorado cuando ya no podía más. Siempre he sido como la rarita que piensa, escribe y se manifiesta por sus ideales, la que muere por los cantautores y no le interesa la música comercial, la que se entiende con los profesores mejor que con los demás, la criticona de turno que quería callar bocas con los debates en clase, la que hacía las redacciones de filosofía con una sonrisa en la cara... Yo creo que lo bonito está en la diferencia, y que es eso lo que define a una persona. Creo que mis defectos y mis virtudes nunca me han abandonado, así que yo tampoco voy a abandonarles, me queda vivir lo que aún no he vivido. El tiempo pasa, pero nadie conseguirá callar mis palabras. Mis 17 ya están aquí, acompañandome en la rutina y en mis sueños.